Después de 17 maravillosos días de vacaciones en los que he estudiado, descansado, escrito la carta para los reyes, comido turrón, ido a la cabalgata, retomado el contacto con el gimnasio, dormido, recibido regalos de Papá Noel y SSMM, reunido con la familia... sí, después de 17 maravillosos días, mañana toca volver al trabajo.
Vuelta a la rutina. Vuelta a estar a las 12h puntual en el puesto de trabajo (si no se presentan imprevistos por los que hubiese que llegar antes, por supuesto), vuelta a ignorar algún comentario impertinente, vuelta a atender constantemente el teléfono, vuelta a desear que lleguen las 20.00 e irme a casa... vuelta al día a día.
Pero no me quejo. No me quejo, porque posiblemente sea gracias a todo esto (si no totalmente, en gran parte) que haya disfrutado tantísimo de estos días y, sobretodo, haya aprendido a valorar la importancia del tiempo libre.
Por eso quiero volver con una sonrisa (o, por lo menos, lo intentaré). Tal vez el estrés diario es lo que después nos hace valorar períodos de descanso como ha sido este caso. ¿vacaciones 365 días al año? ¿realmente las disfrutaríamos? Pienso que, quizá, es mejor así. Y si no lo es... más me vale vivir en la ignorancia.
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Ánimo con esa vuelta a la "rutina"... Seguro que al fin y al cabo somos afortunados de vivirla.
ResponderEliminarSí. Te doy toda la razón. No puedo quejarme, debo decir que tengo la suerte de haber vuelto a la universidad y, realmente, ir a clase me ayuda a desconectar del trabajo de nuricionista(aunque pueda parecer una contradicción).
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