domingo, 19 de septiembre de 2010

Nutricionista y la mecánica



Tras un aviso formal realizado hace un par de meses, esta mañana me dirigí -muy bien acompañada- a Can Valls para realizar un cambio de las pastillas de freno del buga, así como otras tareas de mantenimiento propias de los coches con una cierta edad (en este caso cambio del filtro del aire y limipeza + reposición del líquido refrigerante).


Al llegar al taller nos estaba esperando el técnico habitual acompañado de otro profesional, ya que la faena de hoy era delicada y debía ser supervisada por un experto, por evidentes cuestiones de seguridad. Después de realizar los cambios antes mencionados y de llevarme un pequeño susto porque los nuevos frenos no frenaban (por lo visto al llevar pastillas nuevas hay que pisar sobre el pedal unas cuantas veces para que sean efectivos, ya que tras las primeras pisadas el pedal simplemente se hunde sin frenar el coche) hemos procedido a dar una pasada de agua y jabón -esta tarde seguro que llueve- y poca cosa más.


Llegadas las 13.00 h y pensando que el mecánico posiblemente quisiera ver la salida de las motos por la tele, mi acompañante y yo nos hemos despedido para inciar la vuelta a Barcelona, que en coche significa un trayecto de 20 minutos.


Por la nacional, hemos comenzado a notar un olor "raro" (que hemos asociado erróneamente a gasolina - después nos daríamos cuenta del error-) y al poco me he fijado en que la aguja de temperatura había llegado a la "zona roja", por lo que inmediatamente hemos tomado la primera salida y hemos llevado el coche a un apartadero para estudiar la situación. Hemos llamado por teléfono y el técnico de asistencia en carretera (Can Valls asistencia en carretera dígame) nos ha recomendado añadir líquido refrigerante anticongelante - que hemos tenido que substuir por agua - en el depósito, una vez se hubiese enfriado suficientemente el motor y todos los líquidos del vehículo.


Afortunadamente, en el maletero llevábamos una botella de 2 litros de agua, de la cual hemos tenido que utilizar 1 litro para llenar el depósito, hemos guardado el resto en el maletero y hemos proseguido con nuestro viaje.


Como era de esperar, los dos viajeros estábamos más que pendientes de la posición de la aguja de temperatura, preparados para parar en caso necesario y añadir nuevamente agua si la temperatura subía en exceso.


A los pocos segundos un loco parado en el arcén nos ha gritado algo desde el interior de su coche, pero ni nos hemos enterado de lo que decía y hemos querido prestarle más importancia. En seguida, otros viajeros nos han dicho algo que yo seguía sin comprender, hasta que el copiloto se ha dado cuenta y me ha dicho "¡llevamos el maletero abierto!". Por lo visto, después de guardar la botella de agua no hemos cerrado. Hemos parado, cerrado el maletero y nos hemos reído, y hemos entendido entonces que lo que nos había gritado el que nosotros creíamos que era un pirado era "el capoooooooooooooo!!!! cierra el capoooooooooooooo!!!". Parece mentira, estábamos tan obsesionados en mirar que la aguja no subiese un milímetro más de la cuenta que hemos pasado totalmente por alto algo bastante gordo... ¡Espero no haber perdido nada por el camino!

5 comentarios:

  1. Què bo, Marta!!! Quina aventura...!! Al final el cotxe... bé?

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  2. Què bo, Marta!! Quina aventura...! Al final el cotxe... be?

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  3. Por favor¡¡¡¡ parece una película española años 70¡¡¡¡
    juas juas....

    pd. juas juas...

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  4. Sí, fue una experiencia muy interesante. Y finalmente, el coche está en perfecto estado :D

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