miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ha arribat la tardor, és el temps de les castanyes. Ha arribat la tardor, no tindrem mai més calor
Ha llegado el otoño, es tiempo de castañas.
Ha llegado el otoño, nunca más tendremos calor.
El pasado jueves día 23 nos despedimos del siempre tan querido verano, y dimos la bienvenida una vez más al otoño. Nuestros armarios se vacian de bermudas, vestidos ibicencos, shorts, colores blancos y estampados multicolor... para llenarlos de nuevo con tonos marrones y granate, pantalones que llegan hasta el suelo y no por encima de la rodilla, camisas de manga larga y alguna chaquetita para llevar siempre encima por si acaso.
Las sandalias se cambian por zapatos, y las chancletas por botas de agua. El abanico se aparta para dejar sitio al paraguas, los pañuelos de seda se combierten en bufandas de lana, y las camisitas se transforman en chuvasqueros.
En el salón de casa ya no disponemos de un ventilador sino de una mantita, que disfrutaremos durante las películas de sobremesa los domingos, y a la que añoraremos desde el trabajo. Los días de lluvia ya no se disfrutan sino que se sufren y, como a lo largo del verano, continúa la tertúlia de frioleros y calurosos, con evidente alegría para estos últimos.
Van desapareciendo poco a poco de nuestra nevera los refrescos y de nuestro congelador los helados, y empezamos a echar de menos los albaricoques y la sandía, los melocotones y las ciruelas, el melón y las nectarinas, para retomar el contacto con las naranjas y las mandarinas, los caquis y las granadas, y podemos seguir disfrutando de peras, manzanas, kiwi y piña.
Con el frío, de manera natural retomamos el consumo de frutos secos que muchos dejaron aparcado con la ya olvidada llegada del calor. Espinacas con pasas y piñones, mató con miel y nueces, yogur con pistachos, pollo al horno con almendras, avellanas para merendar... i castañas en Tots Sants.

sábado, 25 de septiembre de 2010

QUESOS

Visto la importante evolución en la producción, diversificación y consumo de productos lácteos en general y de quesos en particular, tal vez sea de interés para muchos (al menos así lo espero) leer algo acerca de este alimento [preferiría decir estoS alimentoS ya que el grupo "el queso" engloba una amplia gama de variedades, pero no se si sería totalmente correcto utilizar el plural en este caso].
Para empezar, algunas ideas con las que me quedé a lo largo de la mi formación como profesional en nutrición acerca de este producto:
- una loncha de queso pesa aproximadamente 30 gramos.
- ... el azar hizo que aparecieran las primeras fermentaciones. Por ejemplo, la leche se guardaba en los estómagos de ciertos animales, ésta reaccionó con ciertos enzimas digestivas y surgió el queso.
- Si encontramos escarcha dentro de una bolsa de congelados o el queso rallado pegado entre si dentro de su bolsa es que se ha roto la cadena del frio.
- El queso es un producto fresco o maduro obtenido por separación del suero, después de la coagulación de la leche...
- La salsa mornay es una mezcla de bechamel, queso rallado, yemas de huevo y mantequilla; es especial para las denominaciones "al graten"
- ... en niños de 1 a 3 años hay que evitar el consumo de quesos grasos.
- Una dieta con restricción de sodio evita (en función del nivel de restricción de la misma) el consumo de queso (quesos con etiquetado "bajo en sal" debe ser valorado por un nutricionista).
- En personas con problemas de tolerancia a la lactosa merece la pena valorar el grado de tolerancia al queso, ya que puede ser positiva y por lo tanto una adecuada fuente de calcio.
- Es preferible y menos peligroso consumir queso con hongos que mermelada con hongos.
- ... 75 gramos de queso tierno contienen 20 gramos de proteínas (...) 60 gramos de queso gruyere contienen 20 gramos de proteínas.


Tras esta lluvia de ideas, centrémonos ahora en qué es el queso: el queso es un derivado lácteo obtenido por coagulación de la leche (o de una mezcla de leche y mantequilla), y aunque la mayoría de quesos se obtienen a partir de leche de vaca, puede provenir también de leche de otro animal (cabra, oveja, etc.), siendo siempre obligatorio especificar el tipo de leche utilizada en su obtención.
Las tres etapas básicas de las que consta la fabricación del queso son:
1. Coagulación de la leche o etapa de formación de la cuajada. Se añade el cuajo (que puede ser de origen animal o vegetal) y se obtiene la cuajada, que presenta una composición similar a la de la leche de partida, pero la estructura es diferente.
2. Desuerado; es decir, eliminación (total o parcial) del lactosuero. En función del tipo de queso que queramos obtener eliminaremos mayor parte de lactosuero (quesos secos) o quitaremos una menor cantidad (queso fresco).
Si nos quedamos aquí obtenemos queso fresco (tipo burgos), pero quesos más elaborados requieren una tercera etapa (etapa de maduración).
3. Maduración o afinado, a partir de la inoculación de microorganismos que fermentan y producen los componentes que aportan al queso su aroma, sabor, textura, etc. En función de éste último, obtenemos queso fresco (sin proceso de maduración), queso tierno (periodo de maduración muy corto), queso semicurado (periodo de maduración intermedio), queso curado (periodo de maduración largo). Por ejemplo, el queso de Tetilla (originario de Galicia) proviene de leche de vaca y madura durante 10 - 30 días. En cambio, el queso de Cabrales (originario de Asturias) proviene de leche de vaca, oveja y cabra y madura durante 2 - 5 meses.

A nivel nutricional, en comparación con la leche, el queso es más denso ya que se ha eliminado su parte acuosa. Como ventajas frente a la leche de partida podemos destacar que es más digerible (por una reducción en su contenido en lactosa), contiene más vitamina B y colabora con el mantenimiento de la flora intestinal. Aun así, hay que tener en cuenta que su aporte calórico es superior, así como el de grasa y colesterol.

El queso es un producto muy versátil que nos ayuda aportar calcio al organismo de maneras muy variadas. A continuación, una descripción de recetas sencillas para incorporar este producto en nuestra dieta, esperando que nos animemos y todos aportemos nuestra receta estrella del mundo de los quesos:
Brie frito
Ingredientes: 1 queso Brie pequeño, pan rallado, 1 huevo, mermelada de arándanos o frutos rojos o frambuesa, aceite de oliva.
Preparación: se saca el queso Brie de la nevera (ha de estar frio) y se corta en triángulos que se envuelven en papel de film y los metemos en el congelador durante 2 horas. Pasadas las 2 horas se sacan los triángulos del congelador, se pasan por el huevo y por el pan rallado y se frien en aceite caliente. Se sirve caliente, con un bol a parte con la mermelada elegida.
Bolas de queso y nueces
Ingredientes: 200g de queso chedar o gouda rallado, 50g de nueces peladas y troceadas, 2 huevos, 1 cucharadita colmada de perejil picado, 1/2 cucharadita de guindilla, sal, aceite.
Preparación:
1.Mezclar bien en un cuenco el queso, las nueces, la guindilla, el perejil y las yemas de los huevos.
2.Montar las claras a punto de nieve y añadirlo con cuidado a la mezcla anterior. Salpimentar y hacer bolitas con la masa.
3.Calentar abundante aceite en una sarten y freir las bolitas hasta dorarlas (3 - 4 minutos).
4. Sacar y depositar sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite. Servir al momento.
Combinan muy bien con ensaladas.
* Se pueden substituir las nueces por pistachos
¡BUEN PROVECHO!

domingo, 19 de septiembre de 2010

Nutricionista y la mecánica



Tras un aviso formal realizado hace un par de meses, esta mañana me dirigí -muy bien acompañada- a Can Valls para realizar un cambio de las pastillas de freno del buga, así como otras tareas de mantenimiento propias de los coches con una cierta edad (en este caso cambio del filtro del aire y limipeza + reposición del líquido refrigerante).


Al llegar al taller nos estaba esperando el técnico habitual acompañado de otro profesional, ya que la faena de hoy era delicada y debía ser supervisada por un experto, por evidentes cuestiones de seguridad. Después de realizar los cambios antes mencionados y de llevarme un pequeño susto porque los nuevos frenos no frenaban (por lo visto al llevar pastillas nuevas hay que pisar sobre el pedal unas cuantas veces para que sean efectivos, ya que tras las primeras pisadas el pedal simplemente se hunde sin frenar el coche) hemos procedido a dar una pasada de agua y jabón -esta tarde seguro que llueve- y poca cosa más.


Llegadas las 13.00 h y pensando que el mecánico posiblemente quisiera ver la salida de las motos por la tele, mi acompañante y yo nos hemos despedido para inciar la vuelta a Barcelona, que en coche significa un trayecto de 20 minutos.


Por la nacional, hemos comenzado a notar un olor "raro" (que hemos asociado erróneamente a gasolina - después nos daríamos cuenta del error-) y al poco me he fijado en que la aguja de temperatura había llegado a la "zona roja", por lo que inmediatamente hemos tomado la primera salida y hemos llevado el coche a un apartadero para estudiar la situación. Hemos llamado por teléfono y el técnico de asistencia en carretera (Can Valls asistencia en carretera dígame) nos ha recomendado añadir líquido refrigerante anticongelante - que hemos tenido que substuir por agua - en el depósito, una vez se hubiese enfriado suficientemente el motor y todos los líquidos del vehículo.


Afortunadamente, en el maletero llevábamos una botella de 2 litros de agua, de la cual hemos tenido que utilizar 1 litro para llenar el depósito, hemos guardado el resto en el maletero y hemos proseguido con nuestro viaje.


Como era de esperar, los dos viajeros estábamos más que pendientes de la posición de la aguja de temperatura, preparados para parar en caso necesario y añadir nuevamente agua si la temperatura subía en exceso.


A los pocos segundos un loco parado en el arcén nos ha gritado algo desde el interior de su coche, pero ni nos hemos enterado de lo que decía y hemos querido prestarle más importancia. En seguida, otros viajeros nos han dicho algo que yo seguía sin comprender, hasta que el copiloto se ha dado cuenta y me ha dicho "¡llevamos el maletero abierto!". Por lo visto, después de guardar la botella de agua no hemos cerrado. Hemos parado, cerrado el maletero y nos hemos reído, y hemos entendido entonces que lo que nos había gritado el que nosotros creíamos que era un pirado era "el capoooooooooooooo!!!! cierra el capoooooooooooooo!!!". Parece mentira, estábamos tan obsesionados en mirar que la aguja no subiese un milímetro más de la cuenta que hemos pasado totalmente por alto algo bastante gordo... ¡Espero no haber perdido nada por el camino!